lunes, 9 de agosto de 2010

Jugando a Ser Barbie

'Se viene el verano. Y con él parece que la autoconciencia se despierta de una gran hibernada. O una parte de ella. Por primera vez en varios meses nos vemos al espejo en toda nuestra totalidad. Encima de nuestra aparente palidez invernal (con la excepción de quienes- por razones naturales o artificiales- gozan de una bronceado todo el año), empiezan a saltar todas las imperfecciones de nuestro cuerpo, acompañadas con las señales del paso del tiempo.'

En realidad el verano no se viene. Todavía. Sin embargo, de vez en cuándo la querida autoconciencia se levanta, se mira al espejo y se quiere matar. Deseando volver a la cama lo antes posible, taparse y olvidarse del tema.
Todavía peor cuando la amiga en el espejo metió X número de kilos, puede ser que nadie lo note, pero a ella no se le escapa una.

Mentiría si dijera que cada vez que me miro al espejo digo: "Me Amo". A veces me sale, pero otras, muero...
Para ser sincera hace poquito, casi nada, me vino uno de esos ataques en los que me sentí mal por no tener la capacidad mágica de un segundo para el otro poder mutar y tener el físico de Gisele Bündchen. OK, no tan así, pero algo por el estilo. Me resultó especialmente duro ya que la lucha contra las inseguridades (y todos los trastornos que vienen con ellas) es una que me tomo muy en serio, intentando vivirla en carne propia.

No voy a entrar en el síndromegranhermano sin propósito alguno así que vayamos al punto. Caer es fácil. Poco sirve tirarles a los demás el verso de "Ámate a Ti Mismo", cuando estás en una mala puede que ni eso funcione.

Entonces, ¿Cuál es la solución?

Un poco enserio y un poco en chiste me gusta decir que cada vez que me miro al espejo tengo la opción de pensar “soy un lechón” o “soy una diosa del renacimiento”. Creo que en una gran medida la actitud que pongamos cambia como nos vean los demás, ni que hablar de cómo nos vemos nosotros mismos.

También sirve hacer actividades que nos enriquezcan como personas. Cualquiera que sean, estas nos hacen sentir que valemos más de lo que aparentamos, nos permiten encontrar motivos para querernos y para sentirnos bien con nosotros mismos; ya que muchas veces los traumas serios por cuestiones superficiales (que en el fondo no son tan superficiales) se deben a que nos falta algo, que tenemos un vacío que necesitamos llenar, o que sentimos que lo único que nos da valor es tener un buen físico o una buena cara.

Usemos el método usemos, está claro que aceptarse a uno mismo es una lucha diaria llena de caídas que requiere esfuerzo y compromiso.

Está claro que el tema de la apariencia no puede tomarse a la ligera. Hay gente que muere(en sentido metafórico y literal) por no estar contenta con como se ve. Tampoco podemos hacer la vista gorda y pretender que lo físico no importa, ya que, en muchas ocasiones cuestiones como la forma en que nos vestimos son una reflejo de lo que somos (o queremos ser)y hay que saber manejarlas. Ni que hablar de que hay molestias, como por ser el sobrepeso, que pueden resultar una amenaza para la salud y deben tomarse con el respeto y la seriedad que merecen.

Sin embargo hay que saber trazar la línea. No puede ser que muchas veces lo que denominamos 'imperfecciones' (que en realidad solo son cosas que nos hacen diferentes al 0.01% de la población que vemos en las revistas) presenten una amenaza tan grande para la salud mental de muchas personas, o simplemente no dejen que se sientan felices consigo mismas.

A su vez mucha gente se queja de la importancia que tiene lo superficial en nuestra cultura, o se ve sacudida emocionalmente por la trascendencia que la imagen tuvo en la vida de un ser querido o en la de ellos mismos pero no hace nada para cambiarlo. La mayoría de la gente no intenta mirarse al espejo con una sonrisa (simplemente se queja), y muchas veces se da mayor trascendencia a la apariencia de las personas que a lo que verdaderamente las hace ser quien son.

No hay comentarios:

Publicar un comentario